Trattoria Da Alfredo [Aquí comería Salvo Montalbano]

Un diminuto local decorado con encanto, un experimentado chef, un homenaje a la cocina tradicional siciliana, una buena carta de vinos, la cocina "della mamma" y producto fresco de mercado. Estos son los ingredientes de un gran restaurante.


Ficha:

Dónde: C/ El españoleto 4; 28010, Madrid.
Cuándo: Para comer o cenar. Cierra domingos y lunes noche.
Con quién: En pareja o un pequeño grupo de amigos
Imprescindible: Pescados marinados, pastas, cassatella della Mamma.


La amplitud de la oferta gastronómica madrileña nos posibilita conocer la cocina siciliana, dotada de una fuerte personalidad propia, a través de varios restaurantes, alguno de ellos encumbrado gracias a la mediática personalidad de su propietario. Otros cardan la lana.

Llegados a este punto y ante la pregunta, ¿a cuál ir?, yo, que tengo una memoria formada a través de mil y una fuentes, me hago una pregunta muy sencilla: ¿Dónde comería Salvo Montalbano?.


Y es que uno (ósea, yo), empieza a estar de vuelta de casi todo y cuando esto te pasa, vuelves al principio, al origen, pero con el poso de la lección aprendida y, en mi caso, el lastre pedante soltado hace ya tiempo.

Quiero, con esta plúmbea introducción, aclarar que busco cada vez más la cocina desprovista de artificios, respetuosa con el producto tanto como con el cliente y que me encanta hablar con cocineros y propietarios con el ego justo y la mochila repleta de experiencias.

Alfredo nació en Sicila, fue una pequeña estrella en la escena gastronómica madrileña y vivió las hieles de la crisis que le pilló con el paso cambiado y unos alquileres imposibles.

Se marchó, se fue, volvió a su tierra y allí constató que “la cosa” estaba aún peor.

Y volvió.

Y montó un inmenso restaurante apoyado por un grupo de inversores y la cosa salió rana.

Y se planteó viajar a Estados Unidos, dónde sabe que le esperan con los brazos abiertos, pero en ese momento, su mujer le dijo: “Se acabó, aquí nos quedamos”

Y lo hicieron, se adueñaron de un pequeño local en el corazón de Chamberí en el que hacer lo que saben y quieren: cocinar y hacer feliz a la gente.

Minúsculo, abigarrado, fuera de modas y tendencias y con un indiscutible encanto. Ideal para un pequeño grupo de amigos, pero me lo parece aún más para una pequeña cena romántica en un pequeño rincón de una escondida calle.


A pesar de las estrecheces, Alfredo y su mujer consiguen que te sientas cómodo, tras esos gruesos muros y entre infinidad de objetos colgados en sus paredes.

La carta:


Lo primero que hay que decir es que no existe. Tal cual. Alfredo te dirá personalmente lo que tiene ese día en cocina que dependerá mucho de lo que haya encontrado en el mercado.

Empieza por los platos tradicionales como la burrata, la caponata o las berenjenas, en flor, que Alfredo remata al horno para reducir la grasa.


Especial mención se merecen los pescados marinados con aceite, limón y orégano y servidos con salicornias de los que el salmonete es el rey.

Por cierto… noto cierto abuso de las salicornias, ¡están por todas partes!.

Luego se sucederán platos de pasta (de trigo duro) y alguna sorpresa como esas lentejas estofadas con pulpo que están haciendo furor, ¡no se habla de otra cosa!.


Y te recomiendo que dejes sitio para el postre, al menos para uno francamente sorprendente. Esas empanadillas de la madre de Alfredo (cassatella della Mamma) que están rellenas de garbanzos (sí, como suena) y rematadas con un almíbar de naranja, canela y clavo.


Ojo a los licores para después del ágape. El limoncello es casero y la grappa es extraordinariamente suave y va macerada también con naranja y clavo.

La carta de vinos es muy interesante (esta si existe), con referencias italianas muy bien elegidas. También dispones de cervezas de toda Italia, nosotros probamos una de la región de Trieste que francamente nos gustó mucho.

Capitán Rábano

Gastronomía, ocio, viajes, nutrición y buena vida en el más amplio sentido

1 comentario:

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