Tori-key es un restaurante al modo tradicional japonés, una casa de comidas con una oferta basada en yakitori que de la mano de Hiroshi Kobayashi y Mashaito Okazoe completa la oferta de gastronomía japonesa en Madrid.
Por Capitán Rábano.
Tori-Key.
¿Dónde?: Plaza del descubridor Diego de Ordás 2, Madrid.
¿Con quién?: Solo, en pareja o, mejor aún, con un grupo de amigos.
A destacar: La propuesta.
Qué pedir: Ante la duda, déjate aconsejar y lo mismo vale para el vino.
¿Cuando?: A todas horas, hasta tienen menú del día. Cierra domingos.
¿Cuanto?: El precio puede variar mucho según la comanda. Atentos a las ofertas en su web.
Hablar de Tori-key es hablar de sus socios y de un tipo de negocio que no existía en Madrid a pesar de la gran oferta gastronómica de la ciudad, porque sí, en Madrid hay muchos (y buenos) restaurantes japoneses, pero no conocía ningún restaurante o bar de yakitori. Mashaito Okazoe está al frente del restaurante Izariya en su sucursal madrileña (tiene otros locales en Japón), un templo de la gastronomía tradicional nipona al modo Kappo (cocina elaborada ante el cliente), por su parte, Hiroshi es un viejo conocido asentado ya hace mucho tiempo en Madrid al que conocimos en El Chaflán, seguimos en Asiana y admiramos en Miyama Castellana.
Hablamos de un tipo de local tradicional en Japón, un bar de brochetas (Izakaya), normalmente de pollo, elaboradas a la parrilla. La diferencia radica en que en Japón son numerosos y conforman su tradicional oferta de comida rápida. Ingentes cantidades de nipones consumen una de estas brochetas con una (o varias) cervezas a la salida del trabajo y camino a casa.
Supone un oasis, un remanso de paz en el que disfrutar de un momento de tranquilidad viendo al chef que prepara el pincho frente al cliente, así, una cerveza, ¿Asahi? y un yakitori de pollo y el mundo se convierte en un lugar más amable. Dicen que los grandes chefs de yakitori saben que deben servir a un cliente solo con verle.
Pero la oferta de Tori-key no es exactamente así, se trata más bien de un escaparate, una muestra de este tipo de cocina (muy ampliada con otras muestras de cocina japonesa no necesariamente de pollo ni ensartada en un palo) pero en un local amplio, con servicio de mesas y con una corta pero interesantísima oferta de vinos.
Insisto, en Madrid hay una amplia oferta de restaurantes de cocina japonesa, pero no de tradicionales yakitoris, es más, a la mayoría esto les sonará al “peculiar” Yakitoro de Chicote. Así que, ¡Bienvenidos!.
El local:
En una impersonal plaza peatonal sin tradición culinaria y apartado del tráfico, se beneficiará, sin duda, de tener como vecinos a Lakasa, pero ojo, el lugar está muy bien ubicado a escasos metros de la fanfarria de la calle Ponzano.
Hablamos de un local amplio y espacioso en el que puedes elegir ubicación tradicional (sentados en barra frente al chef) o en mesas en formato “occidental”.
Quizá resulte algo impersonal o parezca muy funcional, quizá lo sea al gusto patrio, pero responde bien a la estética japonesa.
La oferta:
Amplia y evolucionando, cuando lo visitamos nos advirtieron de que incorporaría más variantes tradicionales japonesas (es increíble la cantidad de preparaciones diferentes que admite un pollo).
Hay disponible un menú degustación para que el cliente curioso se quede ojiplático ante la visión de un desfile interminable de pinchitos diferentes elaborados con las infinitas piezas en las que un japonés puede despiezar un pollo, nosotros optamos por dejarnos aconsejar por el locuaz camarero que nos tocó en suerte y la verdad es que salimos muy contentos.
No se limita a las tradicionales brochetas de pollo, supongo que los propietarios pensaron que había que completar la oferta con otras variantes cosmopolitas de la gastronomía nipona, como arroces, sopas, fritos, etc.
Los vinos:
Realmente lo más tradicional es consumir yakitori con cerveza, pero claro, estando al frente del negocio un tipo como Hiroshi, hay que echarle un ojo a la carta de vinos, corta pero magnífica y con mucha rotación, nosotros elegimos este Gewürztraminer austriaco que nos dejó realmente encantados.
La comida:
Sin tecnicismos, sin humos (salvo los de la parrilla), sin ínfulas… lo mejor que puedo decir es que nos gustó mucho, pero mucho. Ahora ya me explayo.
Cocina tradicional, de técnica depurada en la que la sencillez hace que parezca algo muy fácil. Sí, se puede ser sublime a los mandos de una parrilla.
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Pollo Nanban |
Tradicionalmente el yakitori se sirve solo con sal o con alguna salsa extra, por tanto, la calidad de la materia prima y el punto de la carne se convierte en algo fundamental y es aquí donde quizá el consumidor español se sorprenda un poco, pues la tradición marca que el pollo debe estar crujiente por fuera y poco hecho por dentro.
A destacar la lengua de vaca, realmente sabrosa.
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Cocina sencilla y tradicional |
El servicio:
Lo primero que percibe el cliente al entrar en Tori-key y es una agradable sensación de pequeña locura y es que los camareros te reciben al grito (¡pero grito, eh!) de "Irasshaimase"que anunca la llegada de un nuevo cliente.
El servicio conoce perfectamente el producto que venden y muchos de ellos llevan años siguiendo los pasos de su jefe Hiroshi, así que conocen bien y de primera mano la idea del negocio y lo transmiten con ilusión al cliente.
No lo dudes, ante la duda déjate aconsejar, merece la pena. El "buen rollo" se percibe y eso se transmite al comensal.
Precio:
Varía mucho en función de la cantidad que quieras comer y de lo que elijas y eso sin hablar del vino. Digamos que podemos movernos en una horquilla entre 30 y 50 euros. Ojo, permaneced atentos a su web, anuncian muchas ofertas con reserva previa.
Conclusión:
No toda la cocina japonesa, ni mucho menos, es sushi. Te recomiendo que te des un garbeo por Tori-key para descubrir la tradicional "comida rápida" nipona. Sus sabores y texturas no son tan ajenos a nuestra propia cultura, pero te servirá para aprender un poco más de sus tradiciones. Un lugar para disfrutar.
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