En cuanto tuvimos conocimiento de un nuevo local en Madrid apadrinado por el gran Abraham García, supimos que debíamos ir a conocerlo, ya sabéis, todo sea por cumplir el servicio público que realizamos 😇.
Por Capitán Rábano.
Dónde: Calle General pardiñas 34, Madrid.
Cuándo: De lunes a sábado de 13 a 24 horas. Cocina non-stop.
Con quién: Con amigos curiosos y aventureros gastronómicos.
Recomedamos: Pedir al centro y dejarse aconsejar.
Cuándo: De lunes a sábado de 13 a 24 horas. Cocina non-stop.
Con quién: Con amigos curiosos y aventureros gastronómicos.
Recomedamos: Pedir al centro y dejarse aconsejar.
Luz de luna viene a ser una continuación del fallido proyecto de Comala, que a mi modo de ver tuvo dos fallos, un local pequeño y una ubicación que, desde el inicio, lo convirtió en un local exclusivo algo distante de un público mayoritario o al menos no restringido a los clientes de hoteles de lujo de la zona.
Esos “defectos” se han corregido en Luz de luna, pues el local es muy amplio y está en una zona transitada y muy próxima a otros lugares gastronómicos importantes, como Treze o Punto Mx.
Ojo, Luz de luna no es exactamente Viridiana “low cost”, aunque haya muchos elementos reconocibles, más bien se trata de un homenaje a esa cocina de fusión transatlántica muy de Abraham, a precios, es verdad, asequibles a un público más amplio.
Pero vamos al detalle.
El local:
Amplio, luminoso, con una zona de barra muy visible e ideal para juntarse con buenos amigos y disfrutar de cerveza checa o picoteo en mesas altas.
También destacan los tequilas y los cócteles relacionados.
Al fondo la sala. También muy amplia, con muy buena distribución y espacio entre mesas. La decoración es funcional, quizá peca de impersonal, todo es espacio y luz, algo de agradecer cuando quieres ver lo que comes.
La carta:
Pensada para el disfrute con amigos, está repleta de platos para compartir al centro. Hay muchas referencias a la citada cocina americana, desde tacos (en dos unidades), a cebiches o alambres (brochetas) y presenta una gran rotación en función del mercado y la inspiración.
En los platos de carne o pescado encontramos al Abraham más reconocible con sus pequeñas locuras y mestizajes imposibles, pero siempre acertados, potentes y que, sí, es cierto, hacen pensar en un mundo gastronómico sin fronteras.
Si bien la carta es casi perfecta en la comida, cojea un tanto en las referencias de vinos. No tanto por la calidad de los mismos, sino porque a mi modo de ver se queda corta.
La cocina:
Al frente de la misma se encuentra Diana del Amo, fogueada (nunca mejor dicho) en el propio Viridiana. Nos ofrece un encuentro entre dos culturas, hay productos inmediatos, otros que llevan cocciones lentas y mucho fondo. Un mestizaje de productos mediterráneos y americanos elaborados sin tonterías ni artificios. Aquí hay mucha escuela.
A destacar platos imprescindibles como el guacamole, servido con plátano macho y chicharrón o esas albóndigas de jabalí en mole poblano.
Los tacos se sirven a pares. Nosotros probamos los de pato. Impresionantes.
También el plato del día, abundante, muy de Abraham y que se sirve con bebida y café y muchas legumbres, no en vano el chef es embajador en el año de las legumbres de Naciones Unidas.
Los picantes se sirven anexos, con intensidades variables y bastante altas para lo que se estila en Madrid.
El servicio:
Cercano, rápido, informado y dispuesto. Perfecto.
Recomendamos:
Acercaos, da igual la hora, la cocina es non-stop (muy de moda en Madrid) y probad. Volveréis.
Es un lugar ideal para acudir con amigos, expertos y novatos en los sabores mestizos encontrarán algo a su gusto y con sabores y sensaciones que perdurarán en la memoria después de la sobremesa.
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