Hay lugares a los
que es necesario acudir de vez en cuando para solaz del alma, para encontrar la
tranquilidad, para disfrutar de la historia, el paisaje, el pasado y..., porqué
no, ¡para dormir!
Hay lugares en los
que las piedras pueden contarnos más que los hombres. Las piedras de los riscos
del Cañón del río Riaza o las que los hombres libres colocaron en Maderuelo
como defensa o para cuidar el alma.
Hay lugares en los
que la Historia está presente y puede verse como el hombre utilizó el
entorno como defensa y como subsistencia y cómo a lo largo de los tiempos ese
mismo hombre ha alterado el paisaje en su provecho y más tarde ha tenido que
protegerlo porque ha comprendido que no somos otra cosa que seres vivos habitando
un entorno del que dependemos.
A poco más de una
hora y media de viaje de Madrid, en un extremo de la provincia de Segovia,
en el corazón de Castilla y a muy poca distancia de Burgos o Soria;
a un paso de la Ribera del Duero, se encuentra la población de Maderuelo,
que sobre un escarpado risco parece, a veces, un cascarón de roca encallado en
las aguas del embalse de Linares que retiene las aguas del río Riaza
en el Parque Natural de las hoces del mismo nombre.
Desde allí podemos
básicamente hacer una cosa:
Disfrutar.
El pueblo muestra la
historia misma de la zona. Es evidente que tuvo mejores momentos a nivel de
población, pero no creo que de belleza. Una belleza que contrasta, casa a casa,
calle a calle, el abandono y la
reconstrucción, los estragos del tiempo y las oportunidades de los nuevos
tiempos.
Desde allí podemos
hacer excursiones a pie por rutas muy accesibles que nos permitirán observar
una enorme población de buitres en las paredes del cañón del Riaza o visitar
lugares como Castillejo de Robledo población, ya soriana, famosa porque
allí ubica el Cantar del mio Cid la afrenta a las hijas del Caballero, Doña
Elvira y Doña Sol y podemos disfrutar de la buena mesa en un lugar como el
restaurante Venta de Corpes, autoproclamado "templo del
cocido". He de decir que nosotros no comimos cocido, pero sí deliciosos
platos de caza elaborados de un modo artesanal, casero y cuidado que
acompañamos con un clásico Viña Pedrosa y un buen pan.
De vuelta nos dimos
un paseo por el paraje natural y disfrutamos de un paisaje impresionante.
¿Y dónde dormir?,
pues hombre, hay más opciones, pero nosotros os recomendamos la Posada delCastillo, porque es un lugar magnífico, realmente espectacular. Se trata de
una casa decorada con un mimo increíble por su pareja de propietarios, Virginia
y Christophe, que cuenta con habitaciones dobles y dos suites, cada una
de ellas ambientada de un modo específico. A Christophe le delatan sus
orígenes normandos y esos aires respiran muchos de los muebles y enseres
decorativos, pero es un alma curiosa, inquieta, culta y afable que disfrutará ofreciéndoos
sus conocimientos enciclopédicos de la historia de la cormarca. ¡Ah!, y si vais a finales de agosto puede que os disfrace de
caballero y os haga participar en las fiestas de la localidad. ¡No es broma!.
Os aseguro que el
descanso está garantizado, hacía mucho tiempo que no dormíamos tan bien. La
casa, ubicada en la calle de arriba, tiene unas magníficas vistas al pantano.
Y nada mejor que un
buen desayuno para comenzar un día y para ello dispondréis de magníficos bizcochos
caseros, tostadas, tomates de los de verdad, etc...
Para cenar, si bien
en el pueblo hay dos restaurantes y otro en las afueras, yo sólo puedo hablaros
de uno de ellos, Alfoz, en la puerta de la Villa. Buen ambiente,
agradable decoración, cocina abundante y sabrosa.
Y cómo también hay
que alimentar el espíritu, no podéis marcharos de Maderuelo sin visitar
la Ermita de la Vera Cruz de con una de las muestras más espectaculares y antiguas de pintura
románica de toda España, aunque los frescos originales se encuentren en el Museo
del Prado, allí, se ha hecho una reconstrucción que merece la pena visitar.
Sobre todo un buen pan ... hay restaurantes que descuidan el pan, no lo llego a entender.
ResponderEliminarVolveré a Maderuelo, físicamente no he estado pero tu reportaje me ha hecho sentir cada piedra del camino.