Mucho más allá de la famosa imagen lúdica de Ámsterdam, la capital de los Países Bajos es un destino ideal para un viaje en familia de un fin de semana.
Por: Capitán Rábano.
Visité Ámsterdam en un lluvioso y gélido mes de marzo de 1995. En aquel entonces me llevé una grata sorpresa, descubrí una ciudad cosmopolita y llena de escondites, hermosa y muy cuidadosa con sus tradiciones. Una ciudad que cuida al visitante, que se deja conocer y que confirma los valores que están impresos en su bandera: "Valiente, decidida y compasiva". No en vano desde el siglo XVI siempre ha hecho gala de ser refugio de perseguidos por sus ideas políticas, religiosas o su condición sexual. Ámsterdam ha sido siempre todo eso y mucho más, porque las personas que allí llegaron integraron sus valores y culturas para ofrecer un crisol incomparable; la ciudad sobre el dique del río Amstel (eso es lo que significa Ámsterdam) es mucho más que ese ambiente tolerante y libre que se expresó a través de sus coffee shops o su barrio rojo, es una ciudad con una amplísima oferta cultural y un cuidado casco histórico que la convierten en un destino ideal para disfrutar en familia en cualquier época del año.
Conserva todas las señas de identidad del que sin duda fue su siglo de oro, el XVII, los tiempos que pusieron a sus habitantes en las páginas de la historia y proporcionaron algunas de las señas de identidad de la ciudad, entre otras, el tejido urbano de canales decorados con estrechas fachadas y puentes elevados para que pasen barcazas o sus mercados temáticos y como no, sus museos, como el de la casa de Ana Frank, o sus grandes pinacotecas, la temática del museo Vincent Van Gogh o el impresionante Rijksmuseum, que acoge en sus salas la mayor colección de pinturas del siglo de oro holandés de artistas como Vermeer o Rembrandt.
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Rijksmuseum, un edificio impresionante del año 1885 |
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Museo Vincent Van Gogh, detrás el Rijksmuseum |
También hay lugar para museos con colecciones privadas muy interesantes, como el Willet-Holthuysen, en el palacete que habitó la familia del mismo nombre, grandes coleccionistas de arte y porcelanas alemanas, su visita nos ofrece una incomparable perspectiva de cómo vivía la alta burguesía en los siglos XVIII y XIX.
Pero quizá, lo mejor, mi recomendación personal, es que recorras la ciudad andando, en bici, en barco... que te pierdas por sus calles y sus canales, que descubras por ti mismo esos rincones que, te aseguro, se quedarán en tus recuerdos como se han quedado en los míos desde hace ya 23 años. Te recomiendo, además, que para ello le eches un vistazo a Expedia Revista para que descubras aún más razones para visitar esta gran ciudad.
Ver como viven, comen o trabajan sus ciudadanos. Te sorprenderás cuando observes que dejan a la vista el interior de sus casas sin cortinas para que puedas apreciar que no tienen nada que ocultar... encontrarás restaurantes y cafés de inspiración indonesia que recuerdan el pasado colonial y el intenso tráfico portuario que vivió la ciudad.
Yo volveré a Ámsterdam y lo haré en familia, mis espectativas y mis intenciones no son las mismas que tuve entonces, pero te aseguro que el destino, la ciudad, sigue siendo tan atractiva o más en mi actual condición de padre de familia y el mejor destino del mundo para comprender e interiorizar, que la libertad es vivir y dejar vivir, no estar pendiente de nadie y no ser obstáculo en la vida de nadie.
¡Hola otra vez!
ResponderEliminarEste año no se puede comentar en la blogoteca pero paso por aquí en la nueva edición de los Premios20blogs. Veo que sigues al pie del cañón.
Visité los dos museos que salen en el post: Rijksmuseum y el de Van Gogn. También realicé el paseo en barco por el canal donde se veía a gente viviendo en los barcos. Alucino con tanta bicicleta, decían que cuando limpian el canal salen miles de debajo del agua. También hay que darse una vuelta por el barrio rojo por la noche con los vistosos escaparates.
Un saludo soñador
https://lablogoteca.20minutos.es/diario-del-entrenador-sonador-58483/0/
¡Suerte!