Elogio al bar de barrio [de todos los barrios]

Bar se escribe con “B” de barra y de bocata; de “buena gente” y, también, con “B” de barrio.


En mi barrio hay muchos bares, como en el tuyo, aunque hay uno que es arquetípico y se merece unas líneas aquí, para que le brindemos un merecido homenaje.

Abre de lunes a sábado a las siete de la mañana y cierra, aunque haya que barrer a los parroquianos, a las 23:00, salvo que el fútbol lo impida. Bueno, los sábados se da “cuartelillo” y echan el cierre a medianoche o incluso más tarde si la terraza está animada y los vecinos no se han quejado.

Pero mejor os cuento un poco el día a día a través de sus gentes.

Mariano abre a las siete y a esa hora, el de la churrería, le trae el género para los que van y vienen al trabajo y hacen una parada para el café, el churro y el agua.

Son horas de cafeteras silvantes, ojeras y ¡buenos días!. Mariano hizo bien eligiendo un local al lado de la boca del Metro.


A partir de las ocho y pico comienzan a llegar los que se han sacado sangre en el Centro de Salud. Hoy Raquel ha pedido un croissant a la plancha para el desayuno de su hijo, que se ha portado “como un hombre” y no ha llorado cuando le ha pinchado la enfermera.

Luego aparece alguna de las chicas del salón de belleza a recoger el cargamento del día compuesto de cuatro cafés: tres con leche y un cortado para la jefa. Luego, a la hora de comer vendrá Eva, otra de las chicas porque no le da tiempo a ir a su casa y volver. Come el menú o algún montado y luego se va a la biblioteca de enfrente a leer la prensa o mandar correos. Si hay suerte hoy igual vuelve a encontrarse con el chico guapo de la tienda de bicis.

Las horas se suceden. Siempre hay un grupo fijo que acude a comer y los camareros ya saben quién pide vino y casera o hacen como Luis, el de la gestoría de al lado que bebe agua, porque luego, por la noche, a veces se pasa a tomar algo con clientes o empleados cuando hay motivo de celebración.


Hoy, a las dos llegarán a comer los chicos del taller y coincidirán con los prejubilados de la oficina del Banco, que conservan la costumbre de tomarse unas cañas los martes.


Después de la comida vuelven los cafés y algún que otro profesional de la barra con alguna copa de más. También los estudiantes, que vuelven a casa, los de las oficinas que van cerrando, los que van de compras y los que vuelven de recoger a los niños del colegio.

Se acerca la noche, se saludan los feligreses, los grupos de amigos paran a “tomarse unas cañas” y en verano la terraza se llena. Aunque nada comparable a la que se lía los sábados y más si hay fútbol.

Hablando de fútbol… cuando juega el Madrid los chicos reservan un asiento para D. Ernesto que baja siempre media hora antes y pide a gritos que le cambien el partido “para ver al Madrid y no a esos tuercebotas”. Se pide un whisky con Trina de limón, que las burbujas le sientan mal y sienta cátedra “de cuando se jugaba al fútbol de verdad”.

Sin darnos cuenta va pasando la semana entre menús del día, cafés con tostadas, “unas cañitas” y alguna parejita que se da carantoñas en la esquina del local.

Como os iba diciendo, sábado es el día grande, la barra se llena de gente a la hora del aperitivo. Hoy los solteros pagan los vermuts a los casados, que han ganado claramente 2 - 0 y eso que Manolo, el de la cristalería, no ha podido jugar porque su mujer se ha puesto de parto de los gemelos. Seguramente va a tardar en volver a aparecer por el polideportivo.

En la barra se sirve paella como tapa y hay menú especial ¡y eso que hacía cinco años que no lo ponían!, Cosas de la crisis, esa que hizo que los precios se mantuvieran constantes.



Y llega la noche, hay que recoger. No ha ido mal la semana, la gente está contenta y la semana siguiente todo seguirá igual, porque eso, y no otra cosa, es lo que espera la gente de mi barrio, que el bar de Mariano siga igual, igual que siempre.

Porque al fin y al cabo, ¿qué buscas en el bar de tu barrio?, Yo te lo diré: que todo siga igual, igual que siempre, igual que cuando conociste a tu novia, igual que cuando te tocó pagar por perder el partido o igual que la primera vez que Mariano te llamó por tu nombre.




Capitán Rábano

Gastronomía, ocio, viajes, nutrición y buena vida en el más amplio sentido

4 comentarios:

  1. me gustan los bares de barrio, es cierto que no esperas mucho más de lo que nos ofrecen, la tapita con la caña. Sus ensaladillas, bravas o boquerones en vinagre con aceitunas verdes, oye y que rico esta todo.
    La gente se pone al día de los cotilleos del barrio.
    Felicidades, me ha gustado mucho.
    Buen verano?....., siiiii, buen verano Capi.

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  2. El bar de mi barrio no cierra ningún día,es grande y tiene muchos camareros,se desayuna,se tapea,se come y el resto hasta las 12,las tapas son tan generosas que con dos vas comido,y si no es época de pulpos,ellos siempre tienen,es famosa la ensalada de pulpo al estilo Estepona, este es el Bar La Palma, no es bonito,no es de diseño,pero aseguro que sales satisfecho y sin gastar mucho!

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  3. Pues el bar de mi barrio...en mi barrio hay muchos bares, casi uno al lado del otro.La verdad que el primero, el mas antiguo era muy entrañable y era como un mesón, con comida, desayuno cenas y tapitas...a mi me encantaba. Ahora hay muchos ya que mi barrio es un barrio con mucho movimiento por estar muy cerca del Ambulatorio, urgencias...Todos hacen el desayuno,siempre están llenos. Pero el primero al tener que competir con tantos, cambio su carta y su estilo peculiar, (Los hijos) le dieron un toque mas moderno con cocina muy moderna...que esta muy rico todo, pero yo añoro ese mesón antiguo que era antes...

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  4. Hola !! No conocía tu blog, sólo de "oidas" y perdóname por esto, pero es que este mundillo se ha hecho tan grande...
    Me encanta este homenaje, y reconozco todas las pequeñas historias que esbozas, me he criado en un bar, en un bar de desayunos, comidas y cena, frente a un colegio, donde el recreo era la calle, y donde a la hora del recreo los niños venían a mi bar a comprar la tostada de pan que mi padre les preparaba , untaba el aceite con una brocha y después de 40 años todavía se acuerda la gente... Tuve que dormir entre el calor de los motores de las neveras, porque "en el golpe de la faena" no podía molestar. Así que a mi en particular, me has conmovido y removido muchos recuerdos.
    Saludos!!

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